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lunes, 4 de julio de 2016

LA MALETA PERDIDA


Mi hija pequeña está pasando el mes en el norte del estado de Nueva York, en uno de esos cursos de inglés. Toda una experiencia para mejorar el idioma y vivir el estilo americano con una familia de allí. Una experiencia que su maleta se está perdiendo. Sí. La niña viajó al aeropuerto JFK de Nueva York el pasado jueves. Pero su maleta no llegó con ella. Al parecer, ese día no salió ni de A Coruña. La chica de facturación nos aseguró que iba directamente a Nueva York, pero para mí que la pobre maleta no se apeó siquiera de la cinta transportadora del aeropuerto gallego.

Llevo desde el viernes conectándome a la web de Iberia para intentar seguir el recorrido la maleta perdida. Tienen un sistema online maravilloso para hacer el seguimiento del equipaje extraviado. Un inventazo, oye. Tú solo tienes que poner la referencia de la reclamación y el apellido. Y el sistema solo te dice que está pendiente. Pues qué estupendo ¿no? Y así cuatro días. De manera que también les he llamado. Varias veces diarias.

Lo último que han conseguido decirme es que la maleta ha volado a Los Ángeles. Genial ¡A la otra punta del país! Que le dije yo al chico “¿Y se puede saber qué rayos hace la maleta en Los Ángeles, mi hija en Nueva York, yo en Santiago y la compañía Iberia en Babia?” Que probablemente no habría vuelo disponible al  JFK para el equipaje y por eso lo mandaron a Los Ángeles para, desde allí, enviarlo en otro vuelo a su destino, me dijo. Pues menos mal que el primer vuelo disponible para la maleta no era, qué sé yo, a Sydney, pongo por caso.

El chico, muy amable -tengo que decir que todo el personal que me ha atendido telefónicamente desde Iberia lo ha hecho con una amabilidad y una comprensión exquisitas- me cuenta que la gestión de los equipajes extraviados no la lleva Iberia, sino que esa compañía se la encomienda a los aeropuertos y que si éstos no dan información, ellos no pueden hacer nada. Que es como decir que Iberia se encomienda a la Virgen de Regla. Y a mí me ha debido de tocar la excepción.

También me piden comprensión porque “entienda usted que con nosotros vuelan miles de pasajeros todos los días”. ¡Coño, como que es una compañía aérea! Si volaran solo unas decenas ya habrían cerrado, digo yo. Y, además, no estamos hablando precisamente de “Aviones Paquito”, sino de la principal empresa aérea del país. Vaya, que a mí eso no me parece excusa, la verdad, para que consideren normal perder cientos de maletas, que se ve que es lo habitual aunque a mí no me sirva de consuelo.

Y mucho menos a mi hija. Que sí, que ya nos han dicho que la niña puede comprarse ropa y tal y luego Iberia nos la paga. Solo faltaba. Pero es que eso solo es un parche. ¿Tienen idea los directivos de Iberia de lo que es una adolescente sin su ropa querida? ¿Sin su plancha de pelo profesional, esa que los Reyes Magos aún están pagando? ¡Por Dios bendito, hombre!

Frivolidades aparte –reír por no llorar-, me parece alucinante que tú pagues el viaje de una maleta, que se la dejen en tierra y que no sean capaces de decirte dónde está, cuándo ha salido de su origen y cuándo llegará a su destino. Que una empresa como esa, con tanta informatización y tanta modernidad, no pueda hacer el seguimiento de tu equipaje. La responsabilidad es de la compañía aérea, que es la que ha cobrado. Vamos, digo yo ¿no?

Voy a volver a llamar. Será el tercer intento de hoy. En los dos anteriores no me han podido atender  porque el sistema ese no funcionaba, me han dicho. Qué gracia, como si hubiera funcionado alguna vez.